miércoles, 30 de mayo de 2012

YA SE LE VA A PASAR.

Como todos los días, Alejandra despertó nueve minutos antes de que sonara el despertador. Saludó a su marido sin salir del todo del letargo, pero no obtuvo respuesta. Se incorporó de inmediato y comprobó que estaba sola. No se preocupó. Volvió a poner su cabeza en la almohada y se quedó mirando los tenues rayos de sol que asomaban a esa hora entre los pliegues de su cortina, acostumbrando sus ojos  a la luz de la mañana, hasta que sintió la alarma. La apagó y se puso su bata, se lavó la cara y limpió los restos de barba que había dejado su esposo en el  lavamanos.

Mientras bajaba la escalera pudo verlo, sentado a la mesa de la cocina, leyendo el diario.

-Buenos días.

-Buenos.

-¿Ya desayunaste?

-Sí, más o menos a las cinco. No pude dormir.

-Te he dicho que no debes tomar café después de la cena.

Sacó una manzana y un yogur del refrigerador, y se sentó frente a él.

-Las malas costumbres a estas alturas de la vida son irremediables- Contestó su esposo. - Tú sigues tomando un desayuno frío como si tuvieras que mantener una figura. Le has quitado a tu marido hasta el placer de llevarte el desayuno a la cama.

Ella sonrió. –De todas formas no lo hubieras hecho- le dijo. Puso cereal en su yogur y le preguntó qué había en la portada del diario, pero él no respondió. Alzó la vista y se vio sola en la mesa. El diario estaba junto a ella, todavía sin abrir. Miró entonces a su costado y vio a Daniela, su hija, apoyada en el marco de la puerta, mirándola con lástima.

-¿Con quién hablabas?

Ella volvió a concentrarse en su desayuno. -Con tu padre- le dijo.

-Mi padre… -contestó Daniela, con el tono de voz de quien le habla a un niño. -¿Y dónde está?

Alejandra no volvió a mirarla. -Ya se fue. Lo has espantado, como siempre.

La joven lanzó un suspiro y miró a un costado, como si quisiera que la voz de Alejandra pasara por su lado sin tocarla. Comprendió que debía repetir otra vez las palabras dolorosas a las que su madre la tenía condenada, en la diaria rutina de recuerdos en que había convertido su vida.

-Madre. Papá tuvo un…

-¡Un accidente!- La interrumpió Alejandra golpeando la mesa. - Hace tres años, lo sé. Estaré loca pero tengo la memoria intacta. Sé mejor que nadie que tu padre está bajo tierra, y aunque quisiera no podría olvidarlo. Como si hubiese sido ayer, tengo presente ese día en cada minuto, no necesitas recordármelo siempre que te apareces a molestarme.

Daniela cerró los ojos unos segundos, como si en tan corto lapso pudiese olvidar las dolorosas palabras de Alejandra. Estaba agotada. Su madre siempre había sido una cruz difícil de cargar y lo era más ahora, que estaba vieja y alguien tenía que cuidarla. -Tú no estás loca, mamá, sólo tienes que asumir lo que pasó. Ver fantasmas por la casa no te hace bien y…

-¿Por qué no me dejas tranquila? Yo sé lo que me hace bien y lo que no. Ver a tu padre es una bendición. Verte a ti, más a estas horas de la mañana, una indigestión. Así que vete y déjame sola, quiero desayunar en paz.

La joven tomó aire para darse fuerzas, y alzó la voz. -No, mamá. No te dejaré sola. Porque soy lo único de carne y hueso que te va quedando en la vida. Papá está muerto y tienes que superarlo. Yo estoy viva y estoy aquí, precisamente para ayudarte a…

-No, Daniela, tú tampoco estás. –Contestó Alejandra mirándola nuevamente. - Tú estás tan muerta como tu padre. Yo misma los reconocí en la morgue el día del accidente. A ambos. Porque tú conducías ese auto, Daniela, con tu padre al lado. Él, por fortuna, murió infartado segundos antes del impacto, con el cinturón puesto. Tú no. Tú saliste volando por el parabrisas y te estrellaste de cabeza en el pavimento. Por eso prefiero desayunar con tu padre, porque está muerto, pero intacto. Tú, en cambio, sigues chorreando sangre de tu cráneo partido.

Daniela palideció. -¡¿Qué dices, madre?!- gritó con la voz quebrada. Alejandra siguió mirándola sin mover un solo músculo de su rostro. -¡¿Qué dices?!- repitió mientras abría sus ojos con espanto, como si una imagen perturbadora la llevara nuevamente a aquella tarde.  Se llevó su mano temblorosa a la cabeza y la encontró húmeda y caliente. Quiso desvanecerse pero el marco de la puerta la sostuvo. Alzó lentamente su mano, sospechando con horror lo que vería, y en sus ojos se reflejó la sangre fresca y espesa que manchaba sus dedos completamente. Con el rostro desencajado de pánico, Daniela abrió la boca para lanzar el grito más aterrador que jamás hubiese lanzado, y que tal vez hubiese logrado erizar a su madre si antes de hacerlo no se hubiese desintegrado, espontáneamente.

-El desempleo.

Alejandra giró su cabeza instintivamente, y volvió a ver a su marido sentado frente a ella.

-Si llegó a la portada la situación es crítica. Con lo fascistas que son los medios de este país, poner cifras rojas en primera página es señal de que la cosa no da para más. No hay caso con este gobierno.

Alejandra sonrió. –No hay caso.- le dijo.

Él dejó el diario en la mesa y se sacó los anteojos. La miró con desaprobación.

-No era necesario ser tan dura con Daniela. Ella no tuvo la culpa de nada.

Alejandra le hizo con la mano un gesto de indiferencia, y volvió a su yogur.

-Ya se le va a pasar…-contestó.

8 comentarios:

  1. Se me enchinó la piel.
    Después de haber soñado con zombies esto viene al punto. Te felicito has mejorado y captado mi total atención, son el tipo de realtos que amo. Te confieso no he leído muchos blogs últimamente, pero algo me decía que leyera el post de la madrugada.

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    1. Gracias bellarte, especialmente por eso de que he mejorado, que es en el fondo lo que uno busca. Espero que el relato no te incentive a seguir soñando con zombies, habiéndo tantas cosas lindas con qué soñar. Gracias por leerme, yo tampoco estoy actualizando ni leyendo muchos blogs ultimamente. El tiempo a veces es enemigo de la lectura. Saludos.

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    2. Quiero escribirte. Puedo?

      PD. Me das curiosidad.

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    3. Escríbame cuando quiera: eternoantagonista@gmail.com intentaré saciar su curiosidad. Te espero. Saludos.

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  2. Realmente genial, con ganas de saber que va a decir o qué va a pasar, esperanzador, da una sensación de ponerte en el lugar de Alejandra. Me gustó llegar aca!
    Saludos!

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    1. Gracias estados de ánimo, me subes el ego con eso de genial. Me alegro mucho de que te haya gustado, la idea siempre es hacer que el lector sienta incertidumbre sobre en qué va a terminar todo, creo que eso demuestra que estás haciendo que quien te lee se interese por tu personaje y la historia, y es una buena señal. Leeré lo tuyo, ojalá pronto. Saludos!

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  3. Oh hermoso!
    Me encantó. La verdad no pensé que sucedería lo de la niña, creí que simplemente ella estaba loca pero la niña también era parte de sus visiones... y el detalle de la rutina al decirle el marido que había sido muy duro con ella, porque parecía luchar contra eso día tras día.
    Me gustó :D me alegro de haberme metido a leerlo!

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